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uscamos emular espacios naturales siguiendo unos criterios básicos de diseño. Los elementos vegetales seleccionados son principalmente autóctonos, o de una adaptación óptima a las condiciones climáticas de la zona. Este aspecto favorecerá la sostenibilidad del conjunto del jardín, con especies en una proporción del 80-85% de bajo impacto híbrico.
Es ésta la idea paisajística que nos inspira para la concepción del jardín, debido a la tipología orográfica de las parcelas y su estructura vegetal.
En el interior es donde se emplaza el arbolado existente. Ejemplares de gran tamaño principalmente compuesto por Pinus Halepensis (pino carrasco) y Pinus Pinnea (pino piñonero), que invita a la recreación de un bosquete que fomentaremos con pies arbóreos caducifolios (Liquidámbar, ginkgo, robles…).
Emulando a los bosques de nuestras sierras. Para luego ir descomponiéndolo a medida que nos acercamos a la zona central donde están ubicadas las viviendas. Con la variedad de las especies fomentamos la sensación de encontrarnos en un paraíso natural.
El jardín está en constante movimiento sorprendiéndonos en cada momento del año. Al movimiento que acabamos de describir se une el trazado del jardín, provocando en conjunto una sensación armónica entre la naturaleza y los volúmenes arquitectónicos proyectados.
La interposición de los distintos planos que se producen por la sinergia de los volúmenes arquitectónicos con los vegetales, nos evocan una sensación de profundidad del espacio donde los horizontes se confunden y no se sabe realmente dónde acaban.
Concurso de arquitectura Av. de la Iglesia, Somosaguas.
