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stamos ante la obra de un arquitecto, Otto Medem, que concibe su trabajo como un arte fundamental y funcional. Sí, la arquitectura es una ciencia y un arte de lo utilitario y como tal, la buena arquitectura no puede entenderse sin la adecuada combinación de unos y otros elementos. El arquitecto es, según pienso, un creador artístico de entornos útiles y equilibrados para el hombre; espacios privados o públicos que deben conducirnos a la satisfacción, a la paz estética de la observación y al confort y disfrute de quienes usan o habitan la obra en cuestión. Como hace Medem.

Todo en la arquitectura moderna -o casi todo, según creo- nace del espíritu rompedor de Le Corbusier. Es el arquitecto franco-suizo quien decide abordar la renovación de formas y objetivos después de largos decenios de aburrimiento creativo tanto en la construcción de edificios como en el impacto de estos para el desarrollo urbanístico. A partir de Le Corbusier, la moderna arquitectura ha establecido una discusión, un diálogo permanente entre sus apuestas por las llamadas líneas puras y el efectismo, dando lugar a creaciones de vanguardia firmadas por Ghery, Foster, Niemeyer, Moneo, el controvertido Calatrava o Álvaro Siza. No dudo que, como buen observador, Otto Medem los ha tenido en cuenta para –junto a sus propias inclinaciones- llevar cualquier avance hasta sus excelentes creaciones arquitectónicas.

Otto Medem se ha centrado en el campo de las viviendas familiares a las que concibe como reductos de belleza, solidez y utilidad, como rezan los principios básicos de la arquitectura. Pero también ha querido marcar sus creaciones con un estilo personalísimo a partir de líneas simples e infinitas, donde la estética viene marcada por el uso de la perspectiva y la fusión de materiales como madera, hormigón, cristal y naturaleza.Sus planos volados hacia el horizonte recuerdan -salvando distancias geográficas e intereses creativos- a obras principalísimas de los mejores arquitectos. Fundamentalmente los americanos como el brasileño Guilherme Torres o los mexicanos Luis Barragán y el muy interesante J. Carlos Seijo.

La arquitectura es aprendizaje y creación… Y algo más: el modo en que Medem realiza sus obras es la resultante de una conjunción entre la idea del arquitecto acerca del nuevo espacio habitable, la personalidad del cliente y la adaptación de todo ello al propio espacio natural sobre el que la edificación va a ser erigida. Uno de los mejores ejemplos de su catálogo profesional es la llamada Casa del Viento, en el municipio madrileño de Collado Villalba, cuya estructura busca espacios en la roca para ir desgranando aquí un salón, allá un dormitorio espectacular o aquí abajo una piscina. Todo hasta alzar una vivienda espectacular y –esto es importante- absolutamente habitable, confortable. Gran rigor geométrico hubo en la vivienda de Molino de la Hoz, en las Rozas –edificio de líneas purísimas, en colaboración con Bruno Miguélez- perfectamente adaptado a la orografía de un terreno lindero con un parque natural, el de Guadarrama… Y qué decir de las otras viviendas levantadas por Medem en Galapagar, Valdecabañas, Valdemorillo u otras que aparecen en este volumen, siempre en parajes impresionantes. Pasen por estas páginas de forma tranquila y disfruten de las obras de quien ya es uno de los arquitectos más reconocidos.

Las obras de Otto Medem son hermosos monumentos arquitectónicos para el bienestar. Todo un alarde armónico para quienes -como el firmante de este prólogo- se declaran amantes de la arquitectura. Un arte, en fin, que más allá de una forma de expresión resulta a veces, toda una filosofía vital. No solo eso. Sus conceptos acerca del urbanismo y la monumentalidad sin perder la escala humana, auguran éxitos crecientes más allá de la propia arquitectura residencial. Ya lo verán.

Pedro Piqueras, Periodista.

Mis casas de referencia han sido a lo largo de mi vida, cortijos, haciendas de olivar (como la mía), casas rústicas, molinos. Con materiales como barro, vigas de madera, ladrillo de tacos, esparto, tejas antiguas, etc.

En ningún momento se me hubiera ocurrido vivir en una casa moderna, de esas sin tejado… y mucho menos cúbica… hasta ahora!

Cuando entré por primera vez en mi actual casa, no sabía quién era Otto Medem, pero cuando salí, se había ganado mi respeto para siempre.

Jamás he visto una casa que tenga más luz, desde cualquier lado, y con una sensación de amplitud mayor. El sótano tiene tanta luz como la planta alta, y eso me pareció insólito. El diseño es sencillamente espectacular, y convertir las paredes en cristaleras abiertas a un jardín le da una amplitud maravillosa.

Ha conseguido hacerme vivir en una casa cúbica, y solamente eso, tiene ya un mérito en sí mismo.

Bertín Osborne, Cantante y presentador.
Prólogo escrito por Pedro Piqueras y Bertín Osborne para el libro Casas Internacional.