El proyecto es un encargo de una pareja de periodistas que buscan la tranquilidad en las afueras de la gran ciudad.
La vivienda se fragmenta en tres volúmenes que se adaptan a la topografía escarpada del terreno. Las piezas giran y se posan para encontrar las mejores vistas de la sierra y el sosiego que la rodea. Asimismo, cada una de las estancias busca su posición solar adecuada, en función del uso asignado.
La unión de estas tres piezas se establece a través de la macla de sus fachadas, con bandas que se cruzan y encajan, dotándole al proyecto de gran expresividad.
La intersección de dichos volúmenes se convierte en el corazón de la vivienda, el núcleo desde el cual se accede a todas las estancias, que aprovechan al máximo el espacio y suprimen los pasillos de distribución.